- Los miles de sumarios por violación acumulados y sin
sentencian mantienen las protestas en el espacio autorizado para tal fin desde
diciembre de 2012
- Lakan y su familia se ha trasladado a Delhi con el firme
propósito de no abandonar la plaza hasta que no se haga justicia
- Según un reciente informe de la Oficina Nacional de
Registro de Delitos, los asaltos sexuales en India han aumentado diez veces en
los últimos 40 años
- "Aquí todavía no ha venido el nuevo primer ministro
a interesarse por nosotros. Eso es lo que le preocupa el problema de las
violaciones"
.
.
Parte de la familia de Lakhan en el manifestódromo, con su hermana Sanjali -subida en la moto- de 6 años. Lakhan se enorgullece de que la niña es la "activista y manifestante contra las violaciones" más joven © Rafa Gassó |
.
Los miles de sumarios por violación acumulados y sin
sentencian mantienen las protestas en el espacio autorizado para tal fin desde
diciembre de 2012
Lakan y su familia se ha trasladado a Delhi con el firme
propósito de no abandonar la plaza hasta que no se haga justicia
Según un reciente informe de la Oficina Nacional de
Registro de Delitos, los asaltos sexuales en India han aumentado diez veces en
los últimos 40 años
"Aquí todavía no ha venido el nuevo primer ministro
a interesarse por nosotros. Eso es lo que le preocupa el problema de las
violaciones"
"Aquí todavía no ha venido Modi a
interesarse por nosotros. Eso es lo que le preocupa el problema de las
violaciones". Quien se expresa sin reproches pero no sin ironía sobre el
nuevo primer ministro de India es Lakan, un estudiante de Sociología y el único
que habla un poco de inglés entre una familia de 20 miembros que lleva instalada
en Jantar Mantar, al raso, desde el pasado 16 de abril. El
"manifestódromo", como también se le conoce, recorre apenas 200
metros acotados de esa misma calle. Se trata de un espacio autorizado y
vigilado día y noche por un importante despliegue policial.
Ocurre desde que el Gobierno de Delhi lo
habilitase para tal fin tras los violentos disturbios de diciembre de 2012,
cuando Nirbhaya, una joven estudiante de Enfermería, fue violada en grupo en un
autobús y luego arrojada desde este en marcha. Moriría días más tarde en un
hospital de Singapur al que fue evacuada por la gravedad de sus heridas. Su
delito, pasear por la calle más allá de las diez de la noche. Salía del cine de
ver "La vida de Pi" con su novio. Lo último que debió de oír, en boca
del más joven, fue aquel "¡Muere, perra!" que trascendió a los medios
mientras era sodomizada violentamente con una barra de hierro.
Lakan y su familia han venido desde Bhagana, un pueblo
del norteño estado de Haryana, con el firme propósito de no abandonar la plaza
hasta que no se haga justicia con los miles de sumarios por violación que se
siguen acumulando día tras día en los Tribunales de todo el subcontinente
–incluidas cuatro denuncias presentadas por su familia-, pese a la medida de
juicios rápidos que se aprobó a raíz del caso Nirbhaya y que parece, esa es la
opinión, que ni siquiera se han puesto en marcha.
.
.
Lakhan, estudiante de Trabajo Social en el manifestódromo © Rafa Gassó |
.
.
Según un reciente informe de la Oficina
Nacional de Registro de Delitos, los asaltos sexuales en India han aumentado
diez veces en los últimos 40 años. Pero no sólo a mujeres.
Durante el año pasado, 184 niños fueron violados a menos de una hora de coche de Connaught Place, corazón comercial de la capital: Uno cada dos días. Una variante horrenda y poco mediática que ocupaba las portadas de la prensa hace pocos días.
Durante el año pasado, 184 niños fueron violados a menos de una hora de coche de Connaught Place, corazón comercial de la capital: Uno cada dos días. Una variante horrenda y poco mediática que ocupaba las portadas de la prensa hace pocos días.
Un crío de 10 años se dirige al
ultramarinos cuando un hombre se cruza en su camino y se ofrece a enseñarle una
paloma. Lo siguiente es un apartamento ocupado por ocho adultos que lo graban
en video mientras, uno a uno, lo violan. Ocurrió a finales de mayo y lo
descubrió su hermano mayor una semana más tarde cuando empezó a oír por el
barrio, en boca de los propios acusados, mofas y burlas sobre el asunto. El
niño había callado.
Un mes horribilis cuando se cumple
año y medio del inicio de la ola de violaciones que puso a India en el mapa de
la peor violencia de género, al que sumar las dos adolescentes primas de 14 y
15 años que aparecían colgadas de un árbol en el estado de Uttar Pradesh. El
examen forense reveló que se habían suicidado después de haber sido víctimas de
una agresión sexual colectiva. Eran dalits, la casta de los Intocables. O
Alonari Deb, una discapacitada de 42 años violada y quemada viva por tres
hombres en el estado oriental de Tripura, gobernado –curiosidad-, por el
Partido Comunista. Casos no faltan.
¿Por
qué?
"La historia es la de siempre",
continúa Lakan: "Cuestión de castas, de poderes, de intereses, de policía
y jueces corruptos, de amenazas de muerte. La sensación de impunidad, si estás
bien rodeado, es total". El entorno de las dos primas colgadas de un árbol
se quejaba de la apatía de la policía durante las primeras horas de
investigación. También de haber sufrido amenazas de muerte. Las primas, además,
que fueron asaltadas cuando se dirigían a hacer sus necesidades a cielo abierto,
han proporcionado una nueva tesis para la prensa local, ávida estos días de
titulares: ¿Será la falta de baños públicos una de las causas de ese mal,
diríase que endémico, que azota a la India?, deslizan algunas de sus páginas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y
Unicef estiman que aproximadamente 620 millones de indios –la mitad de su
población-, defecan al aire libre. Lo corrobora el último censo: Hay más
personas con teléfonos fijos o móviles que con baño en su casa. Se apunta,
también, a la inseguridad de los baños públicos -en Delhi hay 413-, lugar de
reunión por excelencia del lumpen de toda ciudad.
Para adornarlo, se cuentan casos como los
de un padre cuya hija fue secuestrada en una parada de autobús, llevada a uno
de estos baños y violada. O la de otra niña que buscando un lugar donde hacer
sus necesidades, fue encerrada en uno de estos y asaltada. ONGs como la de
Saksham, que trabajan sobre terreno en las peores áreas de Delhi, han comenzado
a capacitar a menores para saber cómo reaccionar. "Gritar en el momento
adecuado es importante", explica Sant Lal al teléfono antes de recordar el
caso de una niña que mordió la mano de su violador y logró escapar.
Otros editoriales tratan de ir más allá.
The Guardian hace alusión a una generación perdida de "hombres
desempleados", hoy en la treintena, que nacieron después de la
liberalización económica. En paro y sin formación, han buscado refugio en la
violencia. "El desempleo y la pobreza son rasgos comunes entre las
pandillas que violan", escriben. Lo cierto es que durante los años en que
saber el sexo del feto aún no era delito, provocó una 'selección' que sólo en
Uttar Pradesh –uno de los estados más pobres de India, donde más de 60 millones
de personas viven con un euro al día-, ha dejado una estadística de 912 niñas
por cada mil niños. La mitad de la población de India es menor de 30 años. La
juventud y la escasez de mujeres hace difícil para estos hombres, pues –eso
parece señalarse-, tener una relación normal.
Sin embargo, un repaso a las declaraciones
políticas que mantienen a la opinión pública pendiente del próximo crimen,
señalan otros indicadores para sacar conclusiones acerca del por qué de esta
situación. La primera, precisamente la del ex Primer Ministro de Uttar Pradesh,
Mulayam Singh Yadav, quien se refirió acerca de los tres violadores arrestados
por la violación de dos chicas en Bombay, con las siguientes reflexiones:
"Los chicos son chicos", "Los hombres cometen errores",
"Cuando se termina una amistad, la chica se queja de haber sido
violada" y "Vamos a garantizar el castigo a quienes denuncien casos
falsos". De carrerilla.
Su hijo y actual sucesor, Akhilesh Yadav,
en referencia a las dos primas que aparecieron colgadas de un árbol, espetaba a
la prensa: ¿No se han enfrentado ustedes nunca a ningún peligro?". Más
sorprendente resultó la Primera Ministra del Estado de Bengala Occidental,
Mamata Banerjee, cuando calificó la denuncia de una mujer anglo-india que había
sido violada en uno de los barrios más lujosos de toda Calcuta, de "incidente
inventado para difamar al Gobierno". Ramsevak Paikra, titular de la
cartera de Interior del Estado de Chhattisgarh, del gobernante partido
fundamentalista hindú de Narendra Modi, BJP, aseguraba que este tipo de
incidentes son accidentales. "No ocurren de manera deliberada".
Su homólogo en el Estado de Madhya Pradesh,
Babulal Gaur, también del BJP, afirmaba que las violaciones "a veces están
bien y a veces están mal". Para él, el asalto sexual "es un crimen
social que depende de hombres y mujeres" y que sólo es asalto "si es
denunciado a la policía". "Hasta que no hay una queja formal no puede
pasar nada", completaba poco antes de rematar con un repaso a la moda y
cultura extranjera: "Las mujeres en los países extranjeros usan jeans y
camisetas, bailan con otros hombres e incluso beben licor, pero esa es su
cultura. Es bueno para ellos, pero no para la India", sentenciaba.
Y aquí un apunte: un estudio realizado hace
una década por la ONG india Sakshi, que trabaja en cuestiones de género,
indicaba que el 74% de los jueces encuestados pensaba que la preservación de la
familia debía de ser la principal preocupación de las mujeres. El 68%, que
vestir provocativamente era una invitación a la violación. Y otro 55%, que la
moral de las víctimas influía en las violaciones.
Abu Azmi, otro líder del partido gobernante
en Uttar Pradesh, el populista Samajwadi, opina que las mujeres que son
violadas "deben de ir a la horca" ya que si tienen relaciones fuera
del matrimonio, "deben de ser castigadas junto con el violador".
"El islam castiga la violación con la horca. Pero aquí no pasa nada para
las mujeres, sólo para los hombres". Así pues, si cualquier mujer, casada
o no, va de la mano de un hombre con o sin su consentimiento, "ambos
deberían de ser ahorcados".
El Secretario General de la organización
islamista Jamaat-e-Islami Hind, Nusrat Ali, llegaba más lejos: "La
coeducación debe de ser abolida y las instituciones educativas deben de
prescribir un vestido sobrio y digno para las niñas". Y no parece solo. El
Ministro de Educación de la antigua colonia francesa de Puducherry, al sureste
del subcontinente, quiere introducir "abrigos poco tropicales" para
las estudiantes con el fin de que los hombres "no se vuelvan
lujuriosos", así como prohibir los teléfonos móviles en las escuelas,
principal fuente de contacto entre los más jóvenes. En la otra esquina del
vasto subcontinente, en el Estado de Rajastán, el legislador de la ciudad de
Alwar, del gobernante BJP, ha exigido la prohibición de las faldas como
uniforme para las escuelas para mantener a las niñas "fuera de la mirada
lasciva de los hombres".
Un poco más abajo, en el Estado de
Maharashtra, el presidente del Samajwadi, reclama una ley que "impida a
las mujeres llevar poca ropa". Y en Bombay, capital financiera del país,
su jefe de Policía advertía de que "los países que tienen Educación Sexual
en sus planes de estudio tienen un mayor número de delitos contra la
mujer". La puntilla la colocaba Manohar Lal Sharma, un controvertido
abogado indio, responsable entre otros de la defensa del 'caso Nirbhaya' –llegó
a acusar de culpabilidad a la propia Nirbhaya porque una pareja no casada no
debería de haber estado a esas horas en las calles-, al declarar a un
periodista que hasta la fecha no había visto ni un solo caso de violación en
una "dama respetada".
Ajeno a la estadística de que el 75% de las
violaciones y asaltos sexuales ocurren en la India rural, Mohan Bhagwat,
"jefe" del Rashtriya Swayamsevak Sangh, una organización nacional de
voluntarios fundada en 1925, de corte nacionalista extremista y paramilitar,
debería de haber poco menos que un éxodo "a las aldeas y bosques del
país" y revisarse "los antiguos valores de la India". Coincide
con un célebre gurú de Puri, en el Estado de Orissa, quien defiende la
necesidad de cambiar: "Antes de la independencia [del Imperio Británico]
pudimos mantener nuestra cultura y valores, pero en los últimos 65 años hemos
perdido una gran parte de ella. Es lo que pasa cuando la delgada línea de la
cultura y los valores se cruzó en nombre de la civilización y el
desarrollo".
Más allá del surrealismo de Jitendar
Chattar, líder de "Khap Panchayat" -un grupo de pueblos unidos por
criterios de casta y geografía, entre Rajastán y Uttar Pradesh-, quien atribuye
el creciente número de violaciones al consumo de comida rápida (concretamente
al "chowmein" [noodles], por ser el "causante de un
desequilibrio hormonal que provoca el deseo de disfrutar de tales actos"),
quizá parte de la explicación de por qué India se enfrenta a lo que parece la
más terrible pandemia de las últimas décadas la tenga Nanki Ram Kanwar. uno de
los ministros de Narendra Modi en el Estado de Chhattisgarh,: "Una persona
puede ser víctima de un asalto si las estrellas están en posiciones adversas.
No tenemos ninguna respuesta a esto, sólo un astrólogo puede predecir".
Con esos argumentos generales, y pese a que la sede del
BJP está muy cerca de Jantar Mantar, es poco probable que como cree Lakan,
Narendra Modi, nuevo Primer Ministro de India, se pase a interesarse por la
justicia que su familia reclama. Las temperaturas en esta época del año
alcanzan los 47 ºC y el aire de fuego, asfixiante, apenas deja ni respirar.
"Si vuelves mañana entre las 12h y las 15h, con un poco de suerte nos
pillarás a alguno de nosotros asado, al punto, y listo para comer.
"Tandoori [horno indio]demonstrator", bromea no sin poca sorna
Pritish, un voluntario que da soporte a la familia de Lakan y que se acaba de
unir a la conversación.
Leer el artículo original en eldiario.es
Leer el artículo original en eldiario.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario